“Es toda una experiencia” “merece la pena por la experiencia”
“De allí, me llevo la experiencia”.
Era lo que me respondían los compañeros que
ya se habían ido de Erasmus, además de estar escrito en todos los blogs que
consultaba. Nadie se arrepentía de haberse ido, y sin embargo a mí me mosqueaba
que todo el mundo hablara de la buena “experiencia” y no se centraran en algo
que me interesaba más a mí, en cuánto se diferenciaba una universidad
extranjera de la propia, si se aprendía más afuera que quedándose. Y estando en
tercero, cerca de acabar la carrera, me preocupaba el tiempo que pudiera sacar
para prepararme el Trabajo de Fin de Grado.
Por lo que después de estar durante meses rumiándolo, llegó
un día en el que una amiga me llama y me pregunta:
-Bueno, ¿Qué vas a hacer con el Erasmus?
-Pues no se… déjame tiempo para pensarlo
-El plazo se acaba hoy.
Ay madre, y ahora que hago. Pues la indecisión de meses se
transformó en impulso suicida. Me voy y me voy. Porque sí, hala. A aprovechar
la posibilidad de la “experiencia”. Y luego las dudas: que si habría sido mejor
olvidarlo, que si me cubrirá la beca los gastos, que si llevo tres años sin
tocar idiomas, que si suspendo las asignaturas fuera como me las apaño, que si será
mucho papel, que quien me manda a mi largarme en el último año de carrera, etc.
Tenía ganas de volverme atrás una vez que ya había
solicitado el Erasmus.
Pero han pasado ya casi tres meses en Bretaña, noroeste de
Francia, y se ha cumplido la frase que
me dijeron, como una maldición:
“No te querrás ir de allí”
Es por ello, que me gustaría compartir con los compañeros
que hemos salido este año de Teruel, y con quien le interese, mi experiencia
aquí, porque a pesar de las dudas que tenía para estudiar fuera, ahora
considero que me ha servido, de momento, para dar alguna asignatura que en mi universidad
de origen no existe, ver modos de trabajar ligeramente distintos, progresar en
el aprendizaje de otra lengua,
… y por supuesto, lo mejor está siendo “la experiencia”.
Shen Doyle